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Una vez que se ha seleccionado y administrado el remedio, el trabajo del homeópata no ha terminado. De hecho, una parte igualmente importante comienza: la observación. ¿Cómo sabemos si el remedio está funcionando correctamente? La respuesta depende de si estamos tratando una afección aguda o crónica y de si el proceso de curación sigue un patrón ordenado.
7.1. Afecciones Agudas vs. Crónicas
La homeopatía distingue claramente entre dos tipos de enfermedades:
- Afecciones Agudas: Son enfermedades que tienen un inicio repentino, un curso relativamente rápido y que, por lo general, se resuelven por sí solas. Ejemplos incluyen resfriados, gripes, intoxicaciones alimentarias, lesiones, esguinces o dolores de cabeza ocasionales. En estos casos, el objetivo del remedio homeopático es aliviar el malestar, reducir la duración y la intensidad de los síntomas y ayudar al cuerpo a recuperarse más rápidamente.
- Afecciones Crónicas: Son problemas de salud que se desarrollan lentamente, persisten durante mucho tiempo (meses o años) y no tienden a resolverse sin tratamiento. Ejemplos comunes son las alergias estacionales, el asma, el eczema, la artritis, la ansiedad crónica o la depresión. El tratamiento homeopático aquí no busca un alivio rápido, sino un cambio profundo y gradual en la 'constitución' de la persona para restaurar el equilibrio a largo plazo y reducir la susceptibilidad a la enfermedad.
7.2. Observando la Respuesta al Remedio
Después de tomar un remedio, especialmente en un caso crónico, el homeópata busca señales de que la fuerza vital del cuerpo ha sido estimulada. La señal más importante no es solo la desaparición del síntoma principal, sino una mejora en el estado general del paciente. A menudo, lo primero que mejora es el estado de ánimo y el nivel de energía. El paciente puede decir: "Mi dolor de rodilla sigue ahí, pero me siento mucho mejor en general, con más energía y más optimista". Esta es una señal excelente de que el remedio correcto ha comenzado a actuar.
7.3. Las Leyes de Curación de Hering
El Dr. Constantine Hering, un alumno de Hahnemann y pionero de la homeopatía en América, observó que la curación profunda y verdadera sigue un patrón predecible. Formuló estas observaciones en lo que hoy se conoce como las 'Leyes de Curación de Hering'. Para un homeópata, ver que la curación sigue estas leyes es la confirmación de que el tratamiento va por el camino correcto.
La curación progresa:
1. De arriba hacia abajo: Los síntomas mejoran primero en la parte superior del cuerpo y luego descienden. (Ej: una erupción cutánea mejora primero en la cara y el cuello, y por último en los pies).
2. De adentro hacia afuera: La enfermedad se mueve desde los órganos internos más vitales hacia los tejidos más superficiales. (Ej: un paciente con asma mejora de sus problemas respiratorios, pero luego desarrolla una erupción cutánea temporal. Esto es positivo, ya que la enfermedad se está moviendo de los pulmones a la piel).
3. De los órganos más importantes a los menos importantes: Similar al anterior, la curación prioriza los centros vitales del cuerpo.
4. En el orden inverso a la aparición de los síntomas: El síntoma más reciente es el primero en desaparecer, y los síntomas más antiguos pueden reaparecer brevemente antes de curarse de forma permanente. (Ej: un paciente mejora de su artritis reciente, y luego reaparece por un corto tiempo un eczema que tuvo en la infancia, para luego desaparecer también). Esta 'reaparición de síntomas antiguos' es una señal muy positiva.